Los ingenieros que en 1937 proyectaron el puente más famoso del mundo, se enfrentaron a condiciones muy desfavorables para llevarlo a cabo: debía unir la Bahía de San Francisco – 2.780 metros -, un estrecho que se caracteriza por su densa niebla, sus enormes mareas sus fortísimos vientos y la amenaza permanente de estar a 11 kilómetros de la temida falla de San Andrés.
Estamos en 1930, inmersos en la grave crisis económica causada por el crack del 29 y con un problema serio: los transbordadores que recorrerían la Bahía de San Francisco se sometían a la inestabilidad de este estrecho poniendo en peligro vidas y actividad económica. El ingeniero estructural americano Joseph B. Strauss reúne a ingenieros, arquitectos, geólogos y trabajadores para proyectar el puente enfrentándose a la escasez económica del momento y la oposición de los operadores de transbordadores.
En palabras de Josep de C. Torrella, fundador de TORRELLA Ingeniería-Arquitectura, el Golden Gate es “Un hito de la ingeniería de su época y aún hoy en día. Esconde con elegancia los enormes esfuerzos y tensiones que soporta, prefiere mostrar su esbeltez y funcionalidad. Parece volar sobre la bahía de San Francisco, entre el azul del cielo y el mar. A pesar de su fuerte personalidad, no pretende destacar. Se integra en su entorno y aporta al paisaje una expresión de serenidad, en un conjunto geomorfológico permanente. Buena elección para los hombres que queremos entrar con ilusión por el nuevo “golden gate” del tercer milenio” (palabras escritas para el libro “Cien brindis por un siglo” con motivo de los 100 años de la empresa Codorniu)
Como cuentan en www.thinkfuture.com, técnicamente, es un puente híbrido con un tramo colgante (el más importante) cuyos extremos se apoyan en armaduras voladizas. La cantidad de alambres que conforman los cables y fueron construidos usando un proceso llamado hilado inventado a principios del siglo XIX. Para este hilado los trabajadores tiraban un alambre con un grosor similar al de un lápiz desde el anclaje de una orilla, pasándolo por encima de las dos torres, hasta el otro anclaje. Entonces el cable se aseguraba y se le llevaba de vuelta. No podemos llegar a imaginar los viajes de ida y vuelta que fueron necesarios para colocar los nada menos que 27.572 alambres que hay en cada cable. Y es que cada una de las torres fue diseñada para soportar 54.000 toneladas de carga vertical que se apoyarían en la parte superior por medio de los cables principales.
El elemento principal del puente son las torres, de 227 metros de altura cada una – las más altas del mundo en su momento – y la construcción fue muy eficiente ya que se construyeron levantando y colocando secciones de acero prefabricadas. Entre las dos patas de cada torre se construyó un soporte temporal para las grúas, las cuales levantaron y colocaron las secciones de la torre en ese nivel. Posteriormente, la plataforma y sus grúas se fueron elevando a medida que crecía la torre para repetir el proceso.
Probablemente la mayor de las dificultades fue el trabajo que debía hacerse bajo el agua. Los buzos, los cuales sólo podían trabajar cuando descendían las corrientes por el cambio de marea que se producía varias veces al día, debían descender hasta 33 metros de profundidad en aguas hostiles y en condiciones de casi nula visibilidad. En esas inmersiones, colocaban cargas de dinamita y debían luego retirar el material suelto con mangueras de alta presión. Una larga manguera unida a una bomba de aire que llegaba desde la superficie les proporcionaba el aire necesario, a veces escaso.
Se inauguró el 28 de mayo de 1937 un mes después de finalizar la construcción de la autopista que la cruza. En la inauguración Joseph Strauss afirmó que el Golden Gate sería un puente que existirá siempre. Desde entonces, 84 años contemplan a esta gran obra de la ingeniería que convirtió a San Francisco en la gran ciudad que es hoy.
Descubre más sobre esta maravilla en este documental de National Geographic: https://www.youtube.com/watch?v=UCRJSD9F3uc